lunes, 13 de julio de 2009

Diferencia entre perro y mascota

Recurramos a la historia que hay detrás de las palabras para discernir su significado. Para comprender el vocablo perro, por ejemplo, debemos remontarnos a muchos siglos atrás. Al principio, los perros eran lobos que vivían en manadas. Luego, muchos de ellos, dejando sus grupos, se fueron acercando al hombre. El primer encuentro entre ambos estuvo marcado por la conveniencia: El lobo se aproximó a los campamentos para comer las sobras, y el hombre aceptó al lobo para que lo ayudara en sus tareas. Más adelante, comenzaron a ir juntos a cazar y compartieron momentos muy significativos que los llevó a una mayor profundidad en su relación, pasando luego a convirtirse en un gran compañerismo que se fue impregnando de amor.
Con el correr de los tiempos el lobo se fue transformando en un animal doméstico. Obviamente, fue un larguísimo proceso. La evolución de la especie llevó siglos para dar como resultado al perro como lo conocemos hoy en día.
Algunos dicen que al lobo se lo comenzó a llamar perro como resultado del sonido prrr con que los pastores llamaban a los canes que los ayudaban en el trabajo. Otros la consideran una palabra de origen incierto. Y el vocablo can, proviene del latín canis, de uso poco frecuente en el idioma español.
Hace ya varios años, no sé precisar cuántos, se ha comenzado a usar otra palabra para referirse al perro. Tuvo un tímido comienzo y luego fue instalándose poco poco en la sociedad como una forma de mencionar al perro, pero también al gato y a cualquier otro animal doméstico que podamos imaginar. Esta palabra es mascota.
¿Pero qué significa, en realidad, mascota? Por lo general, se la usa como traducción de la palabra inglesa pet. Veamos el significado de cada una de ellas. Recurriendo al diccionario (que dicho sea de paso, "no muerde" y es bueno que lo usemos frecuentemente), vemos que el significado de pet es favorito, amorcito, mimado. Si buscamos el vocablo mascota, nos encontramos con algo totalmente diferente: mascota proviene del francés mascotte que significa amuleto y éste viene del occitano mascota que quiere decir embrujo, hechizo. Al mismo tiempo, esta palabra deriva de otra de origen germánico o celta, que es masca y significa bruja.
Como podemos observar, existe una enorme distancia entre pet y mascota. Yo, personalmente, me inclino sin dudas por la primera. No puedo imaginar a esas dulces criaturas que son nuestros perros y gatos como producto del hechizo de una bruja. En cambio el primer vocablo representa realmente lo que por lo general sentimos por ellos, que son nuestros mimados, nuestros amorcitos.
De todos modos, para nosotros, los de habla hispana, no está mal que hablemos en nuestro idioma y llamemos a las cosas, y a los animales, por su nombre. El perro es y será perro. Después vienen, por supuesto la cantidad innumerable de apodos tiernos que ellos nos inspiran.
No es fácil desarraigar costumbres cuando éstas se encuentras enquistadas socialmente y son de uso tan frecuente. Pero no estaría nada mal que tratemos de corregirnos a nosotros mismos en nuestro hablar cotidiano y que se lo enseñáramos a los niños. Tratemos de no nombrar a nuestros animales con esa palabra que no representa en absoluto lo que ellos realmente son para nosotros.
Cuando yo miro a mi perra, o a cualquier otro perro, de un vecino, de un amigo, por la calle, cuando los veo moverse, jugar, comer, dormir, cuando toman agua, cuando se interrelacionan... en fin, cuando hacen su vida de perros, me inunda una gran ternura y, realmente no puedo dejar de pensar que, en contraposición al hechizo, son el producto de un milagro; y en vez de una bruja, detrás de cada uno de ellos veo la presencia etérea y suave de un ángel guardián que los cuida y que les confiere ese don maravilloso del amor que sólo ellos saben expresar, a su manera perruna, por supuesto.

lunes, 6 de abril de 2009

¿Perros en venta?


¡...Mirá qué lindo perrito...!, dice el nene mientras se para frente a la vidriera de un negocio donde se ven muchas jaulitas con bebés perros lloriqueando, durmiendo o jugando. Los perritos no entienden por qué están en ese lugar con gente que los mira a través de un vidrio... Estaban tan bien hace poquito al calorcito de mamá perra...

Y el "cachorro humano" insiste, tira y forcejea de su humana madre hasta que lo consigue. Llegan a la casa con el "nuevo juguete" del nene. El bebé perro vino llorando todo el camino y el pequeño humano saltando de alegría (triste contraste).

-Vamos a llevarlo al lavadero. -dice la madre. Cuando lo sueltan, lo primero que hace el perrito es pis y caca, ensuciando todo el piso... lógicamente, los perros no suelen usar pañales..., y luego comienza a juguetear, cayéndose y levantándose y volviendo a caer sobre la ropa que logró tirar de un balde. ...¡Menos mal que era ropa sucia...! -¡Mirá, mamá... tiró la botella de lavandina...! -Y una tras de otra se suceden las travesuras y las torpezas propias del pequeño animal, que busca investigar todo lo que encuentra... -¡Qué divertido...! -piensa el perrito.

Al llegar el padre a la noche, se encuentra con la novedad : ¡El nene tiene un juguete nuevo! Para esto, parte de la casa ya está en un estado total de caos, cosas tiradas por el suelo, papeles de diario que han pretendido solucionar algunos "accidentes"... ¡las pantuflas de papá...! De más está decir el disgusto del padre, la pelea conyugal, los gritos del nene, mientras el perrito, haciendo "de las suyas" continúa metiéndose en cuanto hueco le es posible. Su objetivo es conocer, está en plena etapa de investigación... -¿Y esto qué será? -dice para sí, mientras tira... y tira... y tira de algo largo. -¡El cable del lavarropas!

Pasan días, semanas... la situación se hace cada vez más difícil. El perro va creciendo y, junto con él, su deseo de jugar, investigar, morder y romper cuanta cosa encuentra en su camino. A los 4 meses es imposible la convivencia.


Y el lindo perrito, el juguete del nene, se transforma en una pesada carga, en un estorbo del cuál hay que deshacerse.
Dejemos mejor esta historia aquí, porque todos podemos imaginar lo que viene después: el triste resultado de un perro abandonado.

Y esto sucede por que hay un error de conceptos: Un perro es un ser vivo, con sentimientos y emociones como nosotros, sólo que "perrunos". No es un juguete para ningún nene, ni para ningún grande.
Cuando un animal se integra a nuestra familia es en calidad de nuevo miembro de la misma. En su mente de perro, él se integra a "una manada" y quiere saber qué lugar ocupa en la misma. Nosotros somos los encargados de enseñarle con muchísimo amor y "muchísima paciencia" cuál es su lugar.

Es importante instruir a los niños para que respeten y amen a los animales. Ellos deben conocer que un animal siente, sufre dolores, tiene hambre o sed, a veces quiere dormir y no desea jugar... , igual que nos sucede a los humanos. Pero para enseñar a los niños, primero tenemos que conocer nosotros. Hacer lo que hizo la mamá de nuestra historia da como resultado que el ser más débil e indefenso pague las consecuencias.

Decirle al niño que no y explicarle por qué no, hará que vaya aprendiendo los altos valores y se va forjando en él una personalidad sensible y compasiva para con los más débiles. De lo contrario se va transformando en un egoísta caprichoso que quiere al instante satisfacer sus antojos, si no patalea. Lo que le enseñemos ahora será lo que practicará el hombre del mañana.

Volviendo al perro... Hay personas a las que les gustan los animales, como la familia de nuestra historia, pero que tal vez no están preparados o capacitados o dispuestos a sufrir los dolores, a veces privaciones, pero también alegrías y satisfacciones que implica incorporar un miembro canino a la familia. Un perro, y esto está comprobado, es como un niño de 3 años de edad. Desde su naturaleza perruna, él llega para compartir la vida con nosotros, no para que lo poseamos como un objeto.

Nuestro perro viene con una personalidad, que debemos ir conociendo, para saber cómo tratarlo y cómo educarlo, como se hace con un hijo, ya que no todos los perros son iguales. Y debemos despertar aún más nuestra sensibilidad y nuestro sentido de observación para poder comprenderlos y saber qué necesitan y cómo podemos ayudarlos. Ellos, de su parte, están constantemente esforzándose para lograr la comunicación con nosotros y poder entender nuestros códigos.

Por último, y en nombre del amor que les tenemos, no olvidemos que ellos son perros y no humanos. Percibámoslos desde esa realidad. Ellos estarán inmensamente agradecidos.




martes, 24 de marzo de 2009

La conducta del perro

Se habla mucho de la conducta, del comportamiento de los perros, de adiestramiento, de escuela para perros, de cómo educar a nuestro perro... Y eso está muy bien, necesitamos conocer como es la conducta del chihuahua, diferente quizás al comportamiento del caniche o qué se requiere para el adiestramiento del ovejero alemán o cómo educar al cocker. Cada perro es distinto y requiere cuidados personalizados.

En este último punto quiero hacer hincapié: Como no existen dos personas iguales, tampoco hay dos animales iguales. Y pensemos, si nuestro perrito es mestizo no podremos definir tanto ni generalizar cómo es y cómo se comporta según estrictos parámetros, depende de cuál sea su genética. Por supuestro que hay conductas que se repiten, ¡qué duda cabe! ¿Acaso los seres humanos no tenemos también comportamientos repetidos y similitudes unos con otros, por el simple hecho de pertenecer a la raza humana? Claro, nosotros también podemos tener diferentes conductas, según nuestra raza sea negra, amarilla o blanca. Pero entre los seres humanos también los hay mestizos.

Todo ser viviente viene a este mundo con una riqueza que le es propia, que es su temperamento, su personalidad. Miremos un instante a nuestro amado amigo y tratemos de descifrar, de entender lo que es él interiormente. Nosotros somos los encargados de enseñarle con mucho amor y "muchísima paciencia" cuál es su lugar. Las conductas "no deseables" obedecen siempre a una causa.

Muchas veces, los malos comportamientos son producto del hogar, de lo que se vive en la casa. Los perros se mimetizan con sus dueños. Si nosotros estamos atravesando un mal momento personal o familiar, ellos se verán afectados. Si los miembros de la familia acostumbran a gritarse o tener malos tratos, tendremos perros agresivos o nerviosos o temerosos, según sean las características naturales de su personalidad.

Para corregir conductas no hay nada mejor que recurrir al veterinario, y si es un homeópata, muchísimo mejor. La homeopatía veterinaria es un avance maravilloso de la ciencia que hace un bien tremendo a nuestros animales y con muy poco hace mucho a favor de ellos.

Y finalmente, y por sobre todas las cosas, tengamos mucha paciencia, perseverancia y respeto por ese ser viviente que es miembro de nuestra familia. Recordemos que "el amor es paciente, es benigno, no busca lo suyo, no hace nada indebido... El amor todo lo puede". Si tenemos el amor como guía nos vamos a equivocar mucho menos, y veremos perros más felices. ¿Acaso no es hermoso verlos sonreír?

martes, 10 de marzo de 2009

Mi perro, mi amigo

Leyendo una revista local, llamada "Convivir", encontré una nota muy interesante escrita por un médico veterinario homeópata, que hablaba de la manifestación física del amor. El amor genuino, sin egoísmos ni mezquindades, aquél que podemos llegar a manifestar a nuestros padres, hijos, amigos, hermanos, a nuestra pareja. Decía que el abrazo es terapéutico. Eso me recordó un libro que leí años atrás sobre la terapia del abrazo, que se llama "Abrázame" de Kathleen Keating y justamente habla de lo bueno que es para el otro, y para uno mismo, abrazar, sobre todo cuando hay cosas que no podemos decir con palabras, porque las excede. Y, en el libro ilustra, a través de osos, los distintos tipos de abrazos para las distintas situaciones y con diferentes personas.

Volviendo al artículo del médico (Dr. Jorge Muñoz), hace alusión a este libro, describiendo algunos tipos de abrazos. ...Y algo que me llamó la atención, fue cuando dice : "No hay nada más lindo que poder darle y recibir un gran abrazo de nuestros perros. También lo podemos hacer con los gatos, aunque tomando algunas precauciones". Luego agrega : "...Hace muchos años que vengo dando conferencias de divulgación de la homeopatía y lo primero que les llama la atención a los participantes, es que los remedios homeopáticos no tienen materia, sino energía. No hay miligramos por kilo de peso... uno viene acostumbrado a medirlo todo, a visualizarlo todo, a cuantificarlo todo. ¿Cuántos miligramos de afecto hay en un abrazo?".

Volviendo a la idea del abrazo perruno, recuerdo que la autora de "Abrázame" describe un tipo específico de abrazo, el "abrazo de tobillo". En la ilustración hay un osezno abrazado al tobillo de un gran oso. Ella lo describe así : "El abrazo de tobillo dice invariablemente : Soy más pequeño que tú y cuento contigo. Me basta tocarte para sentirme seguro".

Yo me sentí muy identificada, porque mi perra, que es una cocker de pequeño tamaño, cuando está muy feliz o se siente agradecida conmigo por algo, me abraza así. Fue muy emocionante descubrirlo, y lo quiero compartir con ustedes, porque quizás les pasa lo mismo con sus perros. Tal vez algunos de ustedes tienen perros grandes que parándose en sus patas traseras los abraza con un "abrazo de corazón" que dice: "Sintamos nuestra unión a medida que crece el vínculo de nuestra amistad".

De una u otra forma, creo que puede ser una maravillosa experiencia el practicar el abrazo con nuestros animales, no sólo por lo terapeútico para ambos, sino porque podemos disfrutar de algo más que aporta al real concepto de que la vida es una sola y que merece ser vivida de la mejor manera, y una de esas maneras es dando y recibiendo amor.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Perros, hombres y lobos

Fue hace muchos siglos atrás cuando se produjo el primer encuentro entre el hombre y el lobo. Ambos vivían en grupos, ambos eran cazadores, ambos eran sociables por naturaleza, ambos se necesitaban.

Los hombres tenían sus asentamientos y los lobos merodeaban en los alrededores. Un día decidieron ir a cazar juntos. La cosa funcionó perfectamente. Otro día volvieron a ir, y otro día más... Compartían lo que cazaban. Se sentían bien juntos, ambos disfrutaban de la vida social... Después, cada uno se quedaba en su casa.

...Y así pasaron años y años y más años. Cada vez se iban entendiendo más. Cuando iban a cazar cada uno cumplía su rol a la perfección. A veces no hacía falta más que... no digo mirarse... ni eso siquiera. Solamente sintiendo al otro que estaba allí ya sabía cada uno qué debía hacer, cuándo y cómo. Formaban un dúo perfecto.

Y así fue como hombre y lobo constituyeron un excelente equipo de trabajo. El más fuerte dominó sobre el más débil, pero no por prepotencia, sino por medio del compañerismo, la solidaridad y el entendimiento mutuo.

Y al fin algunos lobos comenzaron a vivir en el campamento con los hombres. Tal vez al comienzo, las mujeres adoptaron cachorros y los criaron, y jugaban junto con sus niños. Con el paso del tiempo, y mediante el amansamiento de los lobos que se criaban con los hombres, se produjo la domesticación. Tengamos en cuenta que un animal se puede amansar, pero la domesticación de una especie es un proceso genético que lleva años.

Tras la domesticación vino el compartir otras tareas, no sólo la cacería, sino también la vigilancia del hogar, el pastoreo y otros trabajos más. Algunos dicen que que se lo comenzó a llamar perro durante el trabajo. Los pastores llamaban a los canidos que cuidaban a las ovejas con el sonido prrr , y de ahí se cree que proviene la palabra perro. Creo que la metamorfosis de lobo a perro fue tan lenta y progresiva que no puede precisarse con exactitud.

Perro y lobo pertenecen a la familia de los cánidos y casi todas las investigaciones coinciden en que uno proviene del otro. Hay ciertas razas de perros que tienen un parecido tal con el lobo que apenas podemos distinguirlos, como el caso del siberiano. Muchos comportamientos perrunos son exactos a los de los lobos. En su carácter y conducta social, no existen prácticamente diferencias.

Y volviendo al histórico encuentro... Lo que comenzó con una relación de conveniencia mutua, se convirtió luego en una sociedad de caza... hasta que por fin, el lobo transformado en perro, empezó a vivir en el campamento junto con el hombre. Dejó la manada de lobos y se integró a la familia humana. Dejó de ser un simple socio para transformarse en un amigo. Y la adaptación mutua fue tan profunda y verdadera que nació de ella una maravillosa historia de amor.

El amor que une al hombre y al perro se ha acentuado tanto con el tiempo, que hoy hablamos concretamente que nuestos perros son integrantes de la familia con deberes y derechos como cada uno de los demás. Y así fueron surgiendo (y seguirán...) nuevos códigos de convivencia y respeto mutuo en pos de una vida mejor.

Miremos a los ojos a nuestro perro... Detengámonos un instante a reflexionar sobre su genética, sus antepasados, su historia celular, su venida al mundo y por fin a nuestro hogar. Comprendámoslo... El es diferente a nosotros, no es homo sapiens, es canis familiaris. El amor nace, crece y se profundiza cuando sabemos comprender y aceptar las diferencias. Amémoslo por lo que él es, así como él nos ama a nosotros, por lo que somos.

Y no olvidemos que Dios nos puso en este planeta con un mandato, el de tener autoridad sobre toda la creación. Pero esa autoridad no debe ser autoritarismo, sino amor. El autoritarismo proviene del odio, el verdadero liderazgo es el que se genera desde el amor. Y el amor no daña a nadie, sino que bendice.

Cuidemos y amemos a nuestros perros como seres más débiles, no ignoremos que ellos dependen totalmente de nosotros. Somos los únicos que podemos proveerles para su subsistencia, y no me refiero sólo al alimento, al agua, al lugar abrigado para dormir, las vacunas y a la oportuna consulta veterinaria, sino a nuestra atención constante y amorosa. Recordemos que nosotros tenemos relaciones sociales, familiares, actividades fuera de casa, trabajo, proyectos... pero él... sólo nos tiene a nosotros.